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Resumen de la más que centenaria historia de esta institución madrileña nacida en el siglo XIX. El objetivo principal del presidente Del ílamo en su segunda etapa presidencial fue proporcionar a los periodistas la vivienda digna que tanto, y desde hací­a tanto tiempo, ansiaban. Lucio del ílamo y sus compañeros de la directiva se embarcaron, a lo largo de los años setenta, en un proyecto faraónico, que finalizó con la construcción de la Ciudad de los Periodistas, una urbanización de cinco bloques de viviendas al norte de la capital que proporcionó albergues más que decorosos (suntuosos, a juicio de algunos), y a precios muy por debajo del mercado, a los más de 700 asociados que lo solicitaron, un 75 por ciento de los miembros de la entidad en aquellos momentos La operación constituyó, sin la menor duda, un éxito social y corporativo, pero los promotores no supieron controlar los costes y éstos se dispararon hasta el punto de que la Asociación de la Prensa de Madrid se endeudó muy por encima de sus posibilidades. El resultado fue que la APM, en su afán de ocultar y cancelar sus deudas, perdió una parte considerable de su prestigio y credibilidad y no tuvo más remedio que hipotecar su más valioso y preciado patrimonio, el Palacio de la Prensa de la Plaza del Callao. La quiebra económica de la APM y su pérdida de credibilidad forzaron a Lucio del ílamo a presentar su dimisión en 1983, y, a petición, de destacados miembros de la Junta Directiva, cogió el timón de la entidad el periodista Luis Marí­a Ansón, en aquellos momentos presidente director general de la Agencia EFE, que era la única personalidad en la que la inmensa mayorí­a de los periodistas madrileños confiaban que podrí­a solucionar tanto sus conflictos económicos como los problemas de imagen. Ansón fue elegido por aclamación, sin que ninguna otra candidatura compitiera con la suya, y en los cuatro años que pilotó la Asociación, de 1979 a 1982, maniobró con astucia y habilidad para prácticamente solucionar la crisis económica que afectaba a la entidad, mediante publicidad en las páginas de la "Hoja del Lunes" y la venta selectiva de algunas de las posesiones de la APM. Durante su mandato, Ansón lideró también dos importantes batallas: la de la exigencia del tí­tulo de periodista expedido por las facultades de Ciencias de la Información como requisito imprescindible para poder ejercer la profesión, y la de la defensa de las "Hojas del Lunes", que, al comenzar los diarios tradicionales a salir a la venta las mañanas de los primeros dí­as de la semana, perdieron la exclusividad de que disfrutaban, desde 1930, de ser los únicos medios escritos autorizados a salir a la venta durante las primeras horas de los lunes. El principal argumento que utilizó Ansón en su guerra era que con la salida de todos los diarios los lunes por la mañana las "Hojas del Lunes" entrarí­an rápidamente en pérdidas y dejarí­an de percibir los importantes ingresos que se destinaban a las atenciones benéfico-sociales de los profesionales de la información. Efectivamente, dicha competencia iban a reducir enormemente los ingresos de las Asociaciones de la Prensa que regentaban las Hojas, y una de sus primeras ví­ctimas fue el viejo Montepí­o de Periodistas, que no hubo más remedio que clausurar a finales de los ochenta. Entre los grandes aciertos de Ansón como presidente figura también el de haber conseguido convencer al Gobierno para que éste cediera gratuitamente a la APM un palacete en la calle de Juan Bravo, donde ésta decidió instalar su nueva sede social. El viejo Palacio de la Prensa, en el centro de Madrid, ya no reuní­a las condiciones de representatividad que merecí­a la APM y, además, muchos de sus pisos y viviendas habí­an tendido que ser vendidos para poder atender las cuantiosas deudas de la Asociación. Ansón se las ingenió para convencer al Gobierno de que le cediera el Palacete, que hasta aquel momento habí­a sido la sede del Sindicato de la Marina Mercante, argumentando que dado que la APM habí­a sido parte integrante de la Organización Sindical durante los años de la dictadura, le correspondí­a parte de su patrimonio. La reina de España, Doña Sofí­a, inauguró la nueva sede de la APM, en febrero de 1983. Inmediatamente después, Ansón, al que acababan de ofrecer la dirección del matutino monárquico "ABC", consideró que no podí­a simultanear ambas actividades y presentó su dimisión como presidente de la APM. En las elecciones que a continuación se produjeron, en abril de 1983, salió elegido Luis Apostua, subdirector y comentarista de polí­tica nacional del diario católico Ya. Apostua instituyó el tercer premio periodí­stico de la APM, bautizado con el nombre de Javier Bueno, en recuerdo del presidente de la Asociación que habí­a sido ejecutado por la dictadura tras la Guerra Civil (El premio Javier Bueno , que se entregaba en reconocimiento a una dedicación sobresaliente en cualquier campo del periodismo, dejó de otorgarse en 2013 tras la reducción de los Premios APM a cuatro categorí­as). Pero, tres años después, en 1986, Apostua tuvo que enterrar la "Hoja del Lunes", que habí­a dejado de producir beneficios y habí­a pasado a ser una onerosa carga para la institución. La Hoja fue sustituida por la revista trimestral "Periodistas". Durante su presidencia, Apostua promovió la edificación de un Centro de Prensa, que se ubicó dentro del palacete de Juan Bravo, y que los Reyes de España inauguraron en 1991. Sin embargo, una auditoria realizada en las cuentas de la Asociación en 1992, que puso de relieve una enorme falta de liquidez y una importante deuda de unos cien millones de pesetas con el Instituto Nacional de la Salud (Insalud), provocó que Apostua presentara su dimisión. Apostua fue sustituido, en mayo de 1992, por Juan Roldán, ex subdirector de la Agencia EFE, ex subdirector de "Diario 16" ex corresponsal de TVE en Londres, ex corresponsal diplomático de "El Paí­s", ex director de los servicios informativos de la cadena SER, y comentarista de la cadena COPE. La presidencia de Roldán va a ser la más breve de toda la historia de la Asociación: seis meses. Roldán, en medio de un enfrentamiento con el Secretario General motivado por la creación de una cooperativa de viviendas, presenta su dimisión, en noviembre de 1992. En las elecciones que inmediatamente se convocaron, Roldán volvió a presentarse como candidato a presidente, pero fue derrotado por Jesús de la Serna, vicepresidente de la APM, ex director de "Informaciones" y en aquellos momentos subdirector y ombudsman de "El Paí­s". Durante la presidencia de Jesús de la Serna, de 1992 a 1999, se va a producir, en mayo de 1995, el centenario del nacimiento de la APM, que se va a celebrará con la edición de un libro-folleto de 208 páginas, impreso en papel couché, sobre la Asociación y diversos actos conmemorativos, entre los que destacaron un concierto en el Auditorio Nacional, al que acudieron Sus Majestades, los Reyes, la lectura, por parte del dibujante Antonio Mingote, del pregón del centenario, la tradicional corrida de toros, la concesión a la entidad de la medalla de oro de la Comunidad Madrileña y el descubrimiento de una placa en el Palacio de la Prensa de Callao, por parte del Alcalde de Madrid, José Marí­a ílvarez del Manzano. La directiva presidida por Jesús de la Serna, cuya principal misión fue encontrar solución para las deudas de la APM y reorganizar sus servicios, firmó un importante acuerdo con la Fundación Jiménez Dí­az, mediante el cual la Clí­nica de la Concepción se convirtió en el centro asistencial integral y de referencia de los asociados. El periodista Alejandro Fernández Pombo, ex director del "Ya", que ya habí­a sido vicepresidente primero de la Asociación durante la presidencia de Ansón, va a suceder como presidente de la Asociación a Jesús de la Serna en junio de 1999. Fernández Pombo creó un cuarto premio periodí­stico anual, que se sumarí­a a los tres tradicionales, el Rodrí­guez Santamarí­a, el Ví­ctor de la Serna y el Javier Bueno, que bautizó con el nombre de Larra, en memoria del maestro de periodistas del siglo XIX Mariano José de Larra (se otorga en la actualidad al periodista menor de treinta años que más se haya distinguido) y continuó la ardua tarea de sanear las cuentas de la Asociación, ya iniciada por Jesús de la Serna. Fernández Pombo presidió la Asociación durante un mandato de cuatro años. En noviembre de 2003, unas elecciones van a llevar a la presidencia de la entidad a Fernando González Urbaneja, que conocí­a perfectamente los problemas de la entidad de la que habí­a sido tesorero desde 1999. González Urbaneja era un periodista de amplio espectro, pero especializado en información económica: habí­a sido redactor de economí­a de "El Paí­s" (1976-1980), habí­a dirigido el semanario "Cambio 16" (1985-1987), dirigido (y presentado) los informativos del canal de televisión Antena 3 (1991-1993), y dirigido el periódico de información económica "Cinco Dí­as" (1994-1999); además, era autor de varios libros sobre temas económicos y financieros. Tras sus primeros cuatro años de mandato, González Urbaneja volvió a salir elegido presidente en noviembre de 2007; esta vez sin que ninguna otra candidatura se presentara a la elección.

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